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martes, 9 de mayo de 2017

Alimentos fortificados y/o enriquecidos, ¿son útiles?


Actualmente en los supermercados encontramos un gran número de alimentos denominados enriquecidos o fortificados, pero a veces es difícil saber si estos productos son útiles para nuestra salud o este enriquecimiento se debe a estrategias publicitarias. Espero que esta entrada os ayude a decidirlo.

¿Qué es la fortificación y/o enriquecimiento de alimentos?

Es la adición de uno o más elementos a un alimento para mejorar su calidad. En ocasiones ambos términos se utilizan de forma indistinta, pero no son sinónimos: fortificación de alimentos hace referencia al aumento de la cantidad de un nutriente o componente del alimento, mientras que enriquecimiento es la adición de un nutriente o componente no contenido inicialmente en el alimento o la adición de un nutriente perdido durante su procesado, por ejemplo, al refinar el trigo o el arroz y posteriormente añadirles vitaminas del grupo B. En ocasiones podemos encontrar que se han realizado los dos procesos en el mismo alimento, enriqueciendo en un elemento y fortificando en otro.

La mayoría de los alimentos enriquecidos y/o fortificados lo están en vitaminas y minerales, pero la normativa prevé que se puedan enriquecer con otras sustancias como aminoácidos, ácidos grasos, fibra o extractos vegetales

Pero la gran pregunta es: ¿es necesario introducir en nuestra dieta alimentos fortificados o enriquecidos?

Según la mayoría de especialistas y profesionales de la salud, la ingesta de una dieta equilibrada y variada en los diferentes grupos básicos de alimentos (cereales, verduras y hortalizas, frutas, lácteos, pescados, carnes, huevos y legumbres), aportaría todos y cada uno de los nutrientes esenciales en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades nutritivas de acuerdo a las ingestas recomendadas “tradicionales”. Estas recomendaciones tradicionales expresan la cantidad diaria media de nutrientes esenciales, calculada con arreglo a los conocimientos científicos existentes, suficiente para cubrir los requerimientos de prácticamente la totalidad de las personas de un grupo de características dadas (sexo, edad, estado fisiológico, etc).

Pero actualmente, se está planteando la cuestión de si las ingestas recomendadas no deberían también incluir la posibilidad de prevenir algunos problemas y patologías cómo son las enfermedades cardiovasculares, ciertos cánceres, el envejecimiento, deterioro de la función cognitiva, enfermedades neurodegenerativas, osteoporosis, etc, es decir, que vayan más allá de prevenir deficiencias nutricionales, porque ahora conocemos “nuevas funciones” para los nutrientes, especialmente vitaminas y minerales, que requieren cantidades mayores –nunca menores- a las establecidas tradicionalmente, lo que hace prácticamente imposible que para algunos nutrientes se puedan obtener exclusivamente a partir de las fuentes naturales de la dieta. Además, la fortificación y el enriquecimiento usados de forma adecuada pueden ser una estrategia para controlar o reducir la carencia de nutrientes y puede aplicarse en naciones o comunidades donde hay un problema o riesgos de carencia. Por ejemplo, hay dos tipos de fortificación, que son muy conocidos y que han sido muy efectivos en muchos países: la adición de yodo a la sal (yodación) y la adición de flúor al agua (fluoración).

Este tipo de alimentos, también pueden ser útiles a nivel individual en un elevado número de situaciones en las que está comprometido el seguimiento de una dieta equilibrada y variada, y en las que la utilización de alimentos fortificados y/o enriquecidos podría tener justificación. Así, por ejemplo, resultaría útil la fortificación de alimentos, en hierro, para mujeres jóvenes, que con frecuencia presentan anemia, o la fortificación con ácido fólico para la prevención de malformaciones congénitas de nacimiento.

Por tanto, la fortificación y/o enriquecimiento, en algunos casos, puede ser útil para reducir los problemas de deficiencia, pero no debe plantearse como un sustituto de una dieta variada y equilibrada, porque la mejor solución, para cubrir las recomendaciones, es adquirir unos hábitos alimentarios más saludables. La fortificación y/o enriquecimiento no son una panacea en el control de las carencias de nutrientes.

¿Cuáles son los puntos débiles de la fortificación y/o enriquecimiento de alimentos?

Uno de los puntos débiles de esta estrategia es que los alimentos enriquecidos y/o fortificados suelen ser consumidos por personas concienciadas con una buena nutrición, es decir, personas que en la mayoría de los casos no necesita estos alimentos.

Otro punto débil en este tipo de productos es el mayor coste económico, que dificulta su acceso para muchos sectores de la población.

Igualmente, podemos resaltar como punto débil que la presencia en el mercado de los alimentos fortificados y/o enriquecidos no responde a las necesidades reales de la población en materia nutricional, por ello, es necesario evaluar que carencias existen en la población y en base a estas formular productos útiles para cubrirlas.

¿Presencia de estos alimentos enriquecidos y fortificados en la cesta de la compra de la población española?

Actualmente podemos encontrar en nuestros supermercados una gran disponibilidad de productos fortificados y enriquecidos. En la web del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente se puede visitar la base de datos de consumo en hogares en la que aparece una selección de productos enriquecidos y/o fortificados, la siguiente tabla recoge su evolución entre los años 2000 y 2015.

Evolución del consumo de algunos alimentos enriquecidos y/o fortificados en España (g/persona y día)


Una de las limitaciones de estos datos es que esta base no incluye todos los productos existentes en el mercado, pero si es una excelente herramienta para valorar su introducción en los hogares españoles y su evolución en los últimos años.

De todos los productos que aparecen en esta web, la leche enriquecida es la más comprada por los españoles. En el año 2015 (último año completo), se compraron 25 g por persona y día de este tipo de leche.

Como podemos ver en los datos de compra existen muchas oscilaciones, siendo el pan y la margarina enriquecidos los únicos alimentos donde se muestra una clara tendencia al alza.

Si quieres conocer más datos sobre consumo de bebidas enriquecidas puedes visitar el siguiente vídeo:


En resumen, y respondiendo a la pregunta que nos planteábamos, podemos decir que es importante continuar con el estudio de este tipo de productos valorando su peso en la dieta, ya que la fortificación de alimentos con vitaminas y minerales es considerado actualmente como uno de los principales enfoques para mejorar la ingesta de estas en las poblaciones, pero coomo consejo final deciros que si vais a consumir alimentos fortificados y/o enriquecidos pensar primero si los necesitáis y cuál es el más adecuado para vuestra situación.

Bibliografía

1.    World Health Organization. WHO meeting on estimating appropriate levels of vitamins and minerals for food fortification programmes. Editors: World Health Organization. 2010. ISBN: 978 92 4 159960 3. Disponible en: http://www.who.int/nutrition/publications/micronutrients/9789241599603/en/

2.    Susana del Pozo de la Calle, Emma Ruiz Moreno, Teresa Valero Gaspar, José Manuel Ávila Torres, Gregorio Varela Moreiras. Alimentos enriquecidos/fortificados. En: Libro blanco de la Nutrición en España. Fundación Española de la Nutrición. 2013. Disponible en: http://www.seedo.es/images/site/documentacionConsenso/Libro_Blanco_Nutricion_Esp-2013.pdf

3.    FAO. Departamento de Agricultura y Protección del Consumidor. Procesamiento y fortificación de los alimentos. En: Nutrición humana en el mundo en desarrollo. Depósito de documentos de la FAO. Disponible en: http://www.fao.org/docrep/006/w0073s/w0073s10.htm

4.    Gregorio Varela Moreiras, Susana del Pozo de la Calle, José Manuel Ávila Torres, Carmen Cuadrado Vives, Emma Ruiz Moreno, Olga Moreiras Tuny. Evaluación del consumo de alimentos enriquecidos/fortificados en España a través del Panel de Consumo Alimentario. Fundación Española de la Nutrición. 2011. Disponible en: http://www.fen.org.es/storage/app/media/imgPublicaciones/31082011130802.pdf

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