lunes, 18 de abril de 2016

Alimentación y personas de edad avanzada

Durante el siglo pasado ha tenido lugar en el mundo desarrollado un fuerte aumento de la expectativa de vida y actualmente las personas mayores constituyen un porcentaje muy importante de la población (en España en el año 2029, según datos del INE la esperanza de vida al nacimiento  alcanzara los 84,0 años en los hombres y los 88,7 en las mujeres). Esto es una noticia excelente, pero conlleva que sea necesario dedicar una especial atención a este grupo de población, en el que  tradicionalmente se incluyen las personas mayores de 65 años, un grupo muy heterogéneo con personas sanas, enfermas, con vida independiente o con algún grado de dependencia, etc. Actualmente en muchos estudios ya se realiza un división en dos grupos, el segundo de ellos con personas mayores de 80-85 años.

Cambios asociados al proceso de envejecimiento

 
El proceso de envejecimiento produce muchos cambios en el organismo que pueden afectar al estado nutricional, entre ellos:
-      Pérdida de gusto y olfato, que puede provocar falta de apetito.
-      Pérdida de piezas dentales.
-      Pérdida de masa ósea y músculo (sarcopenia).
-      Disminución del agua corporal.
-      Disminución de la función inmune.
-      Tendencia a la atrofia gástrica.
-      Disminución de la capacidad cognitiva.
-      Polimedicación crónica.
Todos estos cambios pueden provocar un empeoramiento del estado nutricional.
 

Carencias nutricionales

 
Las personas de edad avanzada son uno de los grupos de población especialmente vulnerables al desarrollo de carencias nutricionales, concretamente en los países desarrollados son el grupo de población con mayor prevalencia de desnutriciones, muchas de ellas sin diagnosticar.
Entre las causas de estas carencias nutricionales encontramos: la disminución de las necesidades de energía comienzan a comer menos cantidad de alimentos a medida que su edad avanza, pero las necesidades de nutrientes son muy similares a las de un adulto y, al disminuir la cantidad de alimentos ingeridos, las ingestas de nutrientes pueden resultar más bajas de lo recomendado y pueden aparecer las desnutriciones antes mencionadas. Una herramienta que puede resultar útil en estos casos es el consumo de alimentos enriquecidos y/o fortificados.
Disminución en la capacidad de masticación y deglución de alimentos, eso puede provocar un mayor uso de alimentos blandos o muy cocinados sustituyendo a alimentos crudos (frutas, hortalizas), carnes rojas, etc, la dieta puede volverse más monótona y al eliminar la variedad no ingerir todos los nutrientes necesarios.
Unido a esto se produce una disminución de los sentidos del gusto y del olfato, y con ello de algo tan importante en alimentación como el placer de comer, por ello se produce una pérdida del interés por los alimentos. Es importante realizar comidas atractivas para despertar de nuevo este interés y que la comida no deje nunca de ser un placer 
Disminución de la sensación de sed, esta disminución es muy importante ya que puede provocar una baja ingesta de líquidos y con ello contribuir a una deshidratación. Por ello, en las personas de edad se debe tratar la ingesta de líquidos como si de un medicamento se tratará, bebiendo aunque no se tenga sed.  
Otros factores que pueden provocar carencias nutricionales son: abandono de la actividad laboral, dietas restrictivas, bajos ingresos, soledad, depresión, ingreso en instituciones, dificultad para cocinar o hacer la compra, escasos conocimientos sobre nutrición, desarrollo de algunas enfermedades, etc.

Actividad física

Las carencias también pueden desarrollarse por la realización de una menor actividad física. Esto merece una especial atención.
Algunas malnutriciones están relacionadas con una menor actividad física, esto provoca una menor ingesta energética y por tanto de nutrientes, así como con el deterioro de algunas funciones fisiológicas (absorción y metabolismo) propias del proceso de envejecimiento.
El proceso también puede ser al contrario, el consumo de dietas bajas en energía, que comentábamos antes en este grupo de población, por ejemplo 1.500 kcal, sería suficiente para permitir la supervivencia, pero no el desarrollo de actividad física que contribuiría a una mejora general.
Por tanto, un aspecto que se debe estudiar siempre en las personas de edad es si tienen un adecuado suministro de energía y nutrientes para mantener su salud, ya que si la respuesta no es afirmativa pueden crearse muchas patologías asociadas. Es importante promover en este grupo unos hábitos de vida saludables que mejoren su nutrición y aumenten la actividad física.
Para finalizar os dejo una frase que me ha gustado mucho:
De haber sabido que iba a vivir tanto tiempo, me hubiera cuidado más” (Eubie Blake al cumplir los 100 años)
 

Bibliografía

  1. Ribera J. Nutrición en personas mayores. Manual práctico de Nutrición y salud Kellog`s. Kellog´ s España. 2012.
  2. Moreiras Tuny O, Cuadrado Vives C, del Pozo de la Calle S, Rodríguez Sangrador M. “Determinantes nutricionales de un envejecimiento sano: Proyecto HALE (Healthy Ageing: Longitudinal Study in Europe). UE”. Clín Invest Arteioscl. 2007;19(1):30-6.
  3. Rodríguez V, del Pozo S, Beltrán B. Cuadrado C, Rodríguez M, Moreiras O. “Envejecimiento y salud: HALE, estudio longitudinal en Europa”. Nutrición Hospitalaria (ISSN:0212-1611). Vol XVII. Suplemento 3:42. 2002.
  4. del Pozo S, Cuadrado C y Moreiras O. “Cambios con la edad en la ingesta dietética de personas de edad avanzada. Estudio Euronut-SENECA”. Nutrición Hospitalaria (ISSN:0212-1611). Vol XVIII, nº 6: 348-352. Noviembre-Diciembre 2003.
     
     
     

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